Con todas las de perder

¿No te diste cuenta que, desde que te casaste, todo te empezó a salir mal?

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El origen del problema

CDMX, 1/1/2015. Este día Ramavajan me confió: durante varios años tuve a todos en contra; no sabía por qué, pero a todas las personas yo les caía mal. Recientemente comencé a darme cuenta que, por muchos años, me peleaba con tod@s y contra tod@s. Esto ha estado dándome vueltas en la cabeza, hasta que un día los Maestros me dijeron: "¿no te has dado cuenta que, desde que te casaste, todo te comenzó a salir mal?"


Una vida de perros

Consternado, continuó: hasta los perros me ladraban; era increíble, pero tenía uno o dos altercados cada día; los canes se me echaban encima; esto era difícil para mí y no comprendía por qué me sucedía esto (después nos dirían que y que nos producían problemas).


Acostumbrado a pelear

Toda mi vida ha sido un eterno pleito, a lo mejor así tenía que vivir, tanto que ahora extraño la adrenalina y estar alerta -dijo para mi sorpresa. A veces sólo estoy esperando a ver quién me ataca nuevamente; siempre estoy listo para responder, para dar el salto. A pesar de las críticas, yo sabía que estaba bien y que no me iban a convencer de lo contrario.


Años de pesadilla

Cuando falleció mi papá, en mi vida se asomaron las nubes de tormenta -recordó consternado. Me llovieron mil problemas en los que yo no tenía nada que ver, pero los demás siempre me involucraban. Incluso una vez mi cuñada le dijo a mi hermano: "veo que Ramavajan tiene muchos problemas", pero yo les reclamaba: "¡esos problemas son suyos, no míos, ya no me involucren en sus cosas!" pero, al salir cual perro a defenderlos, a mí me tocaba llevar la peor parte. Además, a cada rato ponían a mi esposa en contra, me la echaban a andar por cualquier pretexto; era cuento de nunca acabar. Después de un tiempo me di cuenta que, cuando mi mujer hablaba con su mamá es cuando ésta se comunicaba con su hermana y, de manera azarosa, todo comenzaba a salirme mal.


Las envidias

En un principio, después de que nos casamos, me la pasé bien con mi esposa, pero notaba que toda la gente nos tenía envidia. Ella era muy influenciable y eso nos afectaba como pareja. Pero, de algún modo, mucha gente le hablaba mal de mí y ella se lo creía; a l@s demonios no les gustaba que fuésemos felices y trataban de separarnos a como diera lugar; durante muchos años mi vida fue una batalla campal; sentía que incluso los vecinos no podían ver a un matrimonio feliz y tomaron como deporte el estar hablando mal de nosotros, estar inventando mentiras y engaños los cuales afectaron mucho nuestra relación.


Reuniones incómodas

Continuó: tanto era el daño que me hacía mi familia política que un día, en una reunión una tía que me había estado afectando mucho, de repente se desvaneció; yo estaba a su lado pero, en lugar de detenerla para que no se golpeara, mejor me hice a un lado. Los invitados al evento me reclamaban y días después tuve que decirles: "si supieras todo lo que ella me ha afectado, tú también dejarías que se cayera y golpeara". Después de que no la protegí, esa tía de algún modo comenzó a cambiar su actitud; contuvo su manera de hacerme daño. Se dio cuenta de que yo no la quería.


Debacle económica

El otro día que platicaba de todo esto con una amiga, me dijo: "con tanto asedio que has sufrido, no sé cómo no te has suicidado". En la parte económica, ningún negocio me funcionaba; todo lo que quería hacer se bloqueaba. Después me enteré que, en el club al que asistían mi suegra y su hermana, entre las señoras chismosas apostaban en qué fecha mi esposa y yo nos divorciaríamos; varias apostaron que el año siguiente no estaríamos juntos.


El caos

En mi boda -prosiguió nuestro líder, fue mi mamá quien invitó más personas a la celebración; había más invitados de ella que míos. Muchos de esos invitados nada más iban a ver qué podían decir de nosotros, cómo podían influir para dañarnos. Después me daría cuenta que vivía entre pura gente envidiosa y mentirosa*. A veces, en reuniones o cuando escuchaba a personas cercanas, me costaba mucho trabajo descubrir quién decía la verdad y quién no; todo lo que hablaban eran medias verdades cargadas de odio. Así fue que, en mi matrimonio, todo empezó a salir mal e iba cada vez peor. Mi vida se hizo un caos, donde yo llevaba todas las de perder.


El orgullo que nos salvó

Así finalizó Ramavajan este tema: en todos estos años, mi orgullo fue lo único que me salvó. Ese orgullo ha sido mi arma y mi defensa. Sólo con él es como he podido salir adelante. Y los Maestros Ascendidos concluyeron: ese orgullo tuyo es una energía que también contiene sabiduría y valor.

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*Al encontrarse en dimensiones superiores (en las que no existe el tiempo), pudo ver el futuro de Ramavajan por lo que, sabiendo dónde viviría, organizó que muchas personas del camino contrario se le acercaran para estarlo fastidiando.